Según la nueva ley no se podrán dispensar medicamentos de los anteriormente citados, que son el 90% (grosso modo) del vademecum español.
Me gustaría que os imaginárais este escenario (muy sueco, por cierto) por un momento:
- - Buenas tardes venía a por un Gelocatil.
- Pues va a ser que no, si no trae receta...
Y el dolor de cabeza, te lo pasas con homeopatía o con nurofén (que es EFP y por tanto dos veces más caro)
De locos, ¿verdad? Imagináos por un momento las consultas de urgencias a reventar, por la idosincrasia muy española (y muy correcta) de no pagar un duro de más que no esté justificado:
- - A mí me hace receta, por mis coj...
Pero es que... (disculpe, querido lector, pero es que me da la risa)... esta magnífica idea de la Salgado, no se crea mi querida feligresía, que es nueva. No recuerdo si entraba en la ley de bases del anterior régimen, pero sí es seguro que a día de hoy existe, que es por lo que las cajas de medicamentos con receta tienen el circulito, pero que es una locura poner en práctica, dejando de facto al farmacéutico como responsable final y filtro para saber si dispensar o no cierto medicamento, a fin de cuentas es para lo que nos preparan en la facultad, no para envolver cajas de condones.
Es decir, el punto más fuerte y potente y mediático de la que será la nueva ley del medicamento, ni es nuevo, ni mucho menos, posible de realizar, a no ser que la señora Salgado quiera colapsar la sanidad pública con sus aires de grandeza.
Y todo ésto tiene su sentido y su razón de ser que iremos viendo más adelante.
Aún así todo es agua de borrajas. Mucho bombo y mucho platillo pero ésta será la ley del nada nuevo bajo el sol.
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