HACE unos cuantos siglos Molière tuvo que escribirle varias cartas al rey Luis XIV implorando su intercesión para que le permitiesen representar su Tartufo, que a los censores de la época les parecía una obra disoluta. "Siendo deber de la comedia corregir a los hombres a la vez que se les distrae...", comenzaba una de esas cartas de la desesperación. Lo que en Molière era un puro mecanismo de defensa –la idea de que el teatro ha de llevar a los hombres al camino recto– se ha convertido ahora en pauta de conducta de nuestros gestores culturales. El Centro Andaluz de Teatro (CAT) ha creado un Laboratorio para el Estudio de la Perspectiva de Género, con la misión de evitar que sus producciones incurran en el estereotipo sexista, que es uno de los pecados más graves que se pueden cometer contra la ideología dominante de la corrección política.Seguir leyendo "La censura posmoderna"
De manera que los montajes que el CAT vaya a hacer en los próximos años tendrán que pasar obligatoriamente por el Laboratorio, no vaya a ser que en alguna obra "se reproduzcan y afiancen el sexismo y el machismo como algo aceptable", según la información que daba este periódico. Los vigilantes, y vigilantas, de este Laboratorio de Género investigarán desde los propios textos teatrales –lo que asegura que muchas obras maestras del teatro universal habrán de ser desechadas sin remedio–, el mundo de la representación y hasta las formas de recepción del mensaje por parte del público, cuyas reacciones serán registradas a la salida de la sala mediante entrevistas individuales ("Oiga, ¿le parece aceptable el rol de las mujeres en La casa de Bernarda Alba?"). La censura rediviva. Antes la ejercía un funcionario reprimido y casposo, tópicamente dotado de bigotito fascista, y ahora la aplicarán inquisidores posmodernos en nómina de la Segunda Modernización de Andalucía, subsección teatral. Antes el censor cuidaba de la moral tradicional y las buenas costumbres, la unidad de la patria y los principios del Movimiento (estático), y ahora los nuevos censores, y las nuevas censoras, velarán por que no salgan a escena personajes que tengan la mala costumbre y la tradición de despreciar a la mujer, situaciones de hegemonía del macho y desenlaces que no se atengan estrictamente al Movimiento por la Igualdad y contra la Violencia de Género (dinámico a más no poder).
Yo también he hablado de el·llo en este post. Curiosamente, mi percepción del tema y la del autor del artículo -al que no conozco de nada- es casi la misma.
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