miércoles, enero 03, 2007

Burkas vs Solidaridad


(Articulo escrito por Selene desde Reino Unido)

Una de las cosas buenas que dan los kilómetros de tierra y agua que separan España de Reino Unido es que te abre los ojos ante lo que de otra manera pasaría inadvertido entre las noticias pastelosas y oenegé que escupen las televisiones y periódicos todas las Navidades.
La breve pero intensa noticia emitida en el telediario del día de Navidad, plagada de feminismo de cartón piedra y solidaridad de panfleto decía tal que así:

Más de 10.000 personas abarrotaron la plaza de la Natividad, en Belén, para disfrutar de un concierto por la paz en Palestina de la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género junto a la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Europa


Leído y escuchado así parece hasta de mal gusto reprobar las actitudes solidarias hacia un pueblo como el palestino, y para un colectivo, el de las mujeres, que parafraseando otras muchas frases del ideario del progresista de postal diría algo así como “Las olvidadas entre los olvidados”.

Digo que los kilómetros hacen abrir los ojos, y es tan verdad como aquella maravillosa frase de Unamuno y su cura para los nacionalismos. Pero para mí sobretodo la convivencia a diario a 15 kilómetros de la comunidad más grandes de musulmanes en Inglaterra me hace ver a diario actitudes y formas de vida que debería hacer enrojecer a estas feministas que piden que las mujeres palestinas tengan su trozo de tierra libre.

Es una pena, por poner un ejemplo cercano, que tras un mes en que apenas hemos visto el sol entre las nubes, el primer día de sol de invierno aquella mujer musulmana en la confluencia de Vicar Lane con Eastgate, en pleno centro de Leeds, no tuviera la ocasión de poder sentir los rayos de sol sobre su cara, un tupido niqab que solo mostraba sus ojos la tapaba por completo. Su marido, al lado comía rápidamente lo que presumiblemente me parecían unas fish & chips. Ella, quizá con ánimo glotón picoteó sobre la bandeja de poliestireno amarillo, no sin antes, girarse hacia la pared, levantarse la parte delantera de su velo y así poder llevarse el alimento a la boca.

Sé que las mujeres occidentales caemos frecuentemente en la idea de que son mujeres explotadas por una religión y una cultura que las trata como meros objetos, pero hay que pensar que quizá para ellas, es precisamente lo que quieren tapar con ese cuidado. Como dice el dicho árabe; “si dejas un montón de oro junto a una carretera, lo más posible esque te lo roben”. Puedo llegar a entenderlo, es su cultura, es su religión y desde luego espero y deseo que la religión islámica tenga su propia revolución sexual y liberación femenina, todo siempre a su manera y a su debido tiempo.

Lo que me resulta más flagrante es el silencio premeditado y desmedido ante actitudes que en una sociedad occidental como la nuestra no deberíamos permitir. Porque a día de hoy no conozco grupo feminista, que haya reivindicado que las mujeres musulmanas puedan decidir si llevar o no ese velo, o puestos a ponernos feministas radicales, la prohibición.

Desde el 11-S parece que Occidente tenga que estar bailando al ritmo que nos marquen ciertos señores que viven escondidos en lejanas montañas en Afganistán e intentar ante todo no molestar ni enfadarlos “por si acaso”. Y por esas mismas razones tenemos a nuestros máximos dirigentes, desde políticos hasta religiosos, pidiendo perdón cuando cualquier manifestación de lo que somos, es decir, de ese derecho inalienable que nos da la libertad de expresión, ha sido tomada como un acto de “insulto” por parte de la comunidad islámica.

La verdadera solidaridad empieza con lo que tenemos más cercano, porque por muy bonito que quede bailar o cantar en Palestina para recaudar fondos y ayudar a todos los refugiados, quizá a tu lado, en tu misma calle o ciudad una mujer que también quiere ser libre no puede hacer algo tan cotidiano como notar la brisa enredándose entre sus negros cabellos.

4 comentarios:

El Cerrajero dijo...

Ya ves, la demagogia giliprogre no tiene límites.

Small Blue Thing dijo...

Lumbrera, lo que hay en tu foto es un niqab, no una burka. No es una prenda islámica sino parta.

Por cierto, ¿has pedido permiso para reproducir la foto? Digo, por aquello de tratar a mis hermanas como objetos, y tal...

Reboot, El Diablillo Cojuelo dijo...

Poco permiso se puede pedir a alguien irreconocible por mil capas de tela que la tapan. Si no quiere salir como especimen del National Geographic, que se quite toda esa mierda. No te jode.

Paz por favor dijo...

Los comentarios al texto me parecen de mal gusto y fuera de lugar. Solo escribo por tolerancia, porque respeto la opinión de quienes escriben sin atacarlos cuando no estoy de acuerdo.
En mi opinión, hoy en día hay medios para que esas mujeres que viven en sociedades "civilizadas" (según nosotros) puedan disentir de sus costumbres si así lo desean, pues pueden ser arropadas por muchas organizaciones humanitarias a su alcance.
Si no lo han hecho, probablemente sea porque a algunas les parece tan normal como para otras llevar una cruz en el pecho o una mantilla en Semana Santa. No podemos salvar a quien no desea ser salvado....