jueves, noviembre 03, 2005

Umbral, con Super Mario Mariano

El arranque violento, la voz arrojada, la palabra candente y lúcida. Rajoy, super-Rajoy hizo ayer por la tarde un discurso histórico, violento y elegante en el que las razones cobraban velocidad y la velocidad engendraba nuevas razones y encendía nuevas luminarias de sentido común y de sentido moral. Escribo la crónica de ese discurso con jadeo espiritual y con el gozo interior de haber sido uno de los primeros cronistas que se atrevió a apostar por este enorme político que ayer derribó a Rodríguez Zapatero, le borró la sonrisa entredudosa y le dejó pecho arriba, con unas cuantas lanzas clavadas en su corazón frío o frívolo o frígido o como se diga.
Coño, una cosa es que uno diga que le ha gustado el discurso de Rajoy -a mí me gustó-, y otra muy diferente es arrodillarse servilmente para idolatrarle y hacerle una fellatio metafórica. El hedor a peloteo barato se percibe a varias leguas a la redonda. Más en la web del PP.

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