sábado, mayo 21, 2005

Dos mamones en Tierra Santa



En las postrimerías del siglo XXIII d.C. Jaume I el Conqueridor, "rey de Aragón, de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel y señor de Montpellier", emprendió una sacra cruzada contra los perros infieles de Tierra Santa. Una tempestad, fruto sin duda del cambio climático provocado por las multinacionales, le obligó a refugiarse en Aigües-Mortes y a recular con el rabo entre las patas nada más salir de la Corona de Aragón. Nunca los siglos habían contemplado un gatillazo bélico de tal calibre. Y es que don Jaume atravesaba el tramo final de su existencia y el Viagra todavía estaba por inventarse.

Casi ocho siglos más tarde, un prohombre llamado Maragall trató de reconstruir la Corona de Aragón -exterminada por los invasores españoles en 1714- y de recuperar la memoria histórica del viejo monarca. Sin embargo, para llevar a buen puerto su empresa tenía que tomar el testigo de su antepasado y terminar en Tierra Santa lo que en la edat mitjana siquiera pudo comenzarse. Aún y a pesar del riesgo que corrían sus vidas, ni cortos ni perezosos aterrizaron en Israel yelmo en ristre, con sendas senyeras en los gallumbos y el himno de la eurorregión en el reproductor del MP3. El éxito de la expedición evangelizadora en tierras infieles ha sido clamoroso.

En primer lugar, Maragall y Carod han podido concederse una nueva luna de miel a cargo del contribuyente (la primera fue en 1999). Ya sólo por eso los catalanes de bien deberíamos congratularnos y considerar que el periplo ha valido la pena. Pero esto no ha sido todo, amigos: y es que hicieron un rato el payasote para convencer a los israelíes de que Carod es el Mesías verdadero y de que Maragall es su Juan el Bautista, erradicaron todo vestigio de españolidad (usea, de maligna herejía, ya que una bandera española es a Carod lo que un ajo a Drácula), hicieron un rato el pena, a fin de dejar la imagen de España por los suelos y de que nos tomen (quizá acertadamente) por gilipollas, y ahora ya nada volverá a ser igual por esos lares.

Ahora por fin Jaume I puede descansar en paz...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Más que dos mamones, parecen un matrimonio de homosexuales de luna de miel.

Mao