No sé ustedes, pero yo ya estoy hasta las narices de la imagen del árabe, con la cara tapada o descubierta, que enarbola un fusil junto a un occidental secuestrado o lo dispara al aire en plaza pública mientras me amenaza a mí y a mis compañeros de continente, cultura o religión con volarme la cabeza. Desde aquí le digo al airado islamista, aunque no me pueda ni me quiera oír, que me deje en paz, que se vaya al carajo, que rece sin tasa si así le place y que disfrute de su vida medieval. En definitiva, que no me incordie a mí como yo no le incordio a él. Si los suyos piensan que el mundo no ha cambiado desde los tiempos de las Cruzadas, yo opino lo contrario y quiero dejarle claro que sus códigos y prohibiciones no me afectan. Y que si quiero hacer bromas sobre Dios, sobre cualquier Dios, estoy en mi derecho. Entre otras cosas porque Dios, ese gran humorista, lleva riéndose de mí desde el principio de los tiempos.
Este exordio viene a cuento de la que se ha liado con la publicación en Dinamarca de unas caricaturas de Mahoma que han sacado de quicio al sector más radical del mundo islámico. La respuesta de esa gente ha sido la de costumbre: amenazarnos de muerte a todos. Ya sé que se trata de una minoría que no representa al auténtico islam porque el islam es amor y bla, bla, bla, pero, de momento, ya estamos todos en el punto de mira del fanático de turno como lo estuvo hace unos años el pobre Salman Rushdie. Y mucho me temo que estamos empezando a actuar, como colectivo, con la misma tibieza que entonces. Es decir, pidiendo excusas y reconociendo que, con el pretexto de la libertad de expresión, los escritores, los dibujantes y cualquiera que piense por cuenta propia nos están metiendo en un fregado considerable.
lunes, febrero 06, 2006
Ramón de España:
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2 comentarios:
Todo de puta madre, pero como siempre clavandole la puya al PP con calzador.
Que raje de ZP, que el tibio es el y no Aznar.
Pero claro escribe donde escribe y hay que ganarse el pan.
Es igual... en este asunto debemos estar todos del mismo lado. Ya está bien. Estoy igual de harto que él. Harto de aguantar las amenazas de esa gente que se cree con derecho a algo sólo por adorar a un dios determinado. Vale ya de templar las gaitas con esa gente y echarles las culpa a los periodistas que hablan demasiado. ¿O es que los políticos no han aprendido del 33 en lo relativo a intentar contemporizar con La Bestia?
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