miércoles, noviembre 16, 2005

Fatua contra don Federico

Tiene un apellido de espíritu religioso, Losantos, pero a Federico Jiménez Losantos el poder político le está gritando vade retro, le llama Diablo, Satanás, y hasta un juez catalán acaba de escribir una fatua en los periódicos, como aquella del imán Jomeni contra Salman Rushdie, con la que parece desear que alguien lo condene a muerte.

Lo acusan de crispar a la ciudadanía española con sus campañas contra el Gobierno, pero lo cierto es que sus medios son limitados: solo cuenta con una cadena de radio, una columna en el diario El Mundo y el periódico de internet Libertad Digital.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Toledano, hay una frase de un célebre cómico (Will Rodgers) anglosajón que decía: "Es fácil ser humorista cuando tienes a todo el gobierno trabajando para ti." No andan muy lejos los tiros en este caso.

Lasombra dijo...

Peazo fatwa, cuyas consecuencias han sido una doble disculpa (del autor del artículo, y del director del medio) y el cese del juez como colaborador de 20 minutos...

A ver si Federico se disculpa también por insultar a Suarez.

Bernardo Soto Eraso dijo...

"A ver si Federico se disculpa también por insultar a Suarez."
Algún ía habrá que contar la verdad de lo que fueron los gobiernos de Suárez, sí el mismo que cuano se disparaba el paro en el año 80 miraba el mapa del Estrecho de Ormuz y decía que los problemas de Oriente Medio los arreglaba él sin problemas.
El bueno de Joaquín Garrigues acuñó este lema como Ministro "si los españoles supieran como son los consejos de Ministros se irían con una maleta al aeropuerto más cercano para irse de España".
Suárez despreciaba el liberalismo, se jactaba de no leer mucho, más bien poco, se jactó de votar "no" en el referéndum de la OTAN, rompió en mil pedazos UCD en el verano del 82, total para sacar 2 diputados con el CDS.
Que González y Guerra fueran despreciables con él, que tuvo el gesto de quedarse sentado en su escaño durante los disparos de Tejero le sublima en lo personal, pero no le convierte ni en liberal ni, al menos, en una persona leída de la noche a la mañana.