miércoles, noviembre 09, 2005

Cachondeo en Babel

La jornada, eso sí, tuvo un sentido especial al menos para 11 personas. Se trata de las ocho mujeres y los tres hombres que debían traducir las intervenciones en catalán, gallego, euskera, y también nominalmente en valenciano, aunque los dos adscritos a este idioma pasaron el mismo examen que sus colegas de catalán: A saber, tres traducciones de discursos de los presidentes Jaume Matas (Baleares), Francisco Camps (Comunidad Valenciana) y Pasqual Maragall (Catalunya).

Los profesionales que --con excepciones-- se estrenaron ayer forman parte de una bolsa de 25 traductores que se encargarán de esta labor a partir de ahora: el Senado hablará otras lenguas cuando se reúna la comisión general de las autonomías, una o dos veces al mes. Bien es cierto que en esos casos sólo trabajarán un par de traductores por lengua, aunque ayer no fueron muchos más los atareados: la clase política les boicoteó. Maragall, por ejemplo, insensible a su labor, tradujo selectivamente parte de su discurso: "Tanmateix" --sin embargo-- y "aprimar" --adelgazar--, entre otros vocablos.

Más contundente fue el lendakari, Juan José Ibarretxe, quien con su ausencia dejó sin trabajo a las tres traductoras de euskera. Incluso se quedó sin debutar uno de los dos traductores del valenciano: tan breve fue la intervención de Francisco Camps, que no superó el turno de 10 minutos tras el cual un traductor es relevado. Por si fuera poco, los presidentes apenas usaron los auriculares por los que oír la traducción. Cuando Maragall habló en catalán, tiraron de pinganillo el asturiano Vicente Álvarez Areces y el castellano-manchego José María Barreda. El resto, o entendía a Maragall o no le quería entender.

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