jueves, octubre 13, 2005

Qué mal está el mundo, podió

Enfrascado en la promoción de su último libro de "novelas cortas", como le gusta denominarlas, Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) hace un alto para reflexionar sobre el compromiso del arte. Se rebela contra esa "escritura de bagatela" que preside los escaparates de las librerías, denuncia que los editores "se han equivocado" porque buscan un lector que no lee, y pide a los políticos que se ocupen de verdad de las personas.

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En estos tiempos "malos para la lírica y para todo", se corrige él mismo, Mateo Díez se pregunta dónde está el compromiso político del arte, del artista. Y se responde que, al menos, debería ser moral. Hace un tiempo el escritor leonés pronunció una frase que le valió algunas recriminaciones. La cita dice: "Da la impresión de que escriben novelas quienes no son novelistas para lectores que no son lectores".

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Con más de una veintena de obras publicadas, Mateo Díez proclama que el mundo editorial ha sido "asaltado" por ejecutivos de otros negocios que pretende aplicar a un bien cultural como el libro las fórmulas de comportamiento más propias del sector textil o panadero. No se engaña y a estas alturas del debate parte de la base que todos aceptan que la edición también es una industria, pero, aclara, "el libro es distinto de otros bienes de comercio".

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Parece ser que lectores (lectores que no leen, ojo) y editores (que no editan) se han confabulado junto con los sabios de Sión para que nadie lea a Mateo Díez ni sepa quien es. Con este artículo Dan Brown y sus mariachis ya tienen materia prima para escribir un nuevo novelorro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis Mateo Díez no entiende que la mayoría de la gente al leer un libro no busca un orgasmo intelectual, sino pasar un buen rato. Es como en el cine. En su caso se entiende porque en el fondo lo que él quiere es que le lean tanto como a Dan Brown (incluso como a J.J. Benítez). Hace poco Goytisolo -otro que tal baila- dijo que hoy la censura política ha sido sustituida por otra censura peor, la censura del mercado. Y se queda tan pancho.