jueves, septiembre 15, 2005

Siempre están cuando se las necesita...

Un grupo –ignoro si muy nutrido– de musulmanes residentes en comarcas leridanas como Segarra o Urgell y, al parecer, también en la propia capital, se han dirigido a sus respectivos ayuntamientos para exigir que las piscinas municipales segreguen debidamente a los hombres y a las mujeres o para que, al menos, exista un horario especial mediante el cual las mujeres musulmanas, las suyas, puedan bañarse al abrigo de miradas de hombre alguno, musulmán o no.

(...)

Supuse, desde mi ignorancia definitiva, que un alud de asociaciones feministas saltarían de sus asientos de milimétricas observadoras del match diario que juegan hombres y mujeres en la sociedad para ensordecernos a todos con su protesta firme y tajante. Pues menudo chasco. Ni una. Pero es que ni una. Ninguna de estas valerosas gudaris de la igualdad ha mostrado su solidaridad con las mujeres musulmanas que tienen que bañarse con hábito y a las que pretenden encerrar en una alberca solitaria para que remojen sus carnes al atardecer.

Seguir leyendo "La alberca del moro", de Carlos Herrera. (Gracias una vez más por el enlace, Indio).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobre Oriana. La entiendo cuando dice sentirse como Kasandra.