jueves, junio 09, 2005

A principios de la década de los cuarenta, cuando los europeos resolvíamos de buen rollo nuestras pequeñas diferencias, el gran Isaac Asimov comenzó a desarrollar sus tres leyes de la robótica y sus relatos sobre “autómatas positrónicos”. Desde aquel entonces hasta la actualidad, ha llovido a cántaros. Y aquellas fabulaciones que pergeñó el buen doctor en sus momentos de asueto corren el riesgo de convertirse en realidad.
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